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lunes, 11 de noviembre de 2013

Hoy Salta Anita Fricke

Danzas clásicas, danzas africanas, yoga, pintura y Slackline, un combo que hace de esta iniciada en el deporte un personaje muy interesante. Desde La Plata para todo el mundo, hoy salta Anita Fricke.
-Yo creo que pasa todo por la cabeza, básicamente es eso, equilibrar cuerpo y mente. Es como meditar.
Anita tiene 23 años y nació en San Carlos de Bariloche. Hace cinco años que estudia artes plásticas en la Facultad de Bellas artes de la Universidad Nacional de La Plata, motivo por el cual vive en esta ciudad y desde hace tres meses que practica el Slackline.  Desde los siete hasta los 18 practico danzas clásicas y ahora incursiona en las danzas y la música afro, pero no se cierra solamente en eso.
-Cuando me vine a estudiar hice algo de yoga y ahora estoy haciendo danzas afro, así que entre la plástica, el slack, el yoga y el afro me voy moviendo por varios círculos y tengo varias amistades.
Se reconoce a sí misma como la más hippie de los slackliners locales. “Todos manejan el mismo estilo, zapatillas cómodas, piercing, el costado de la cabeza rapado. Igual no se le da mucha importancia, pasa más por otro lado” explica. A ella se la ve, al contrario, de babuchas, remera musculosa suelta y una melena rulienta cual león. Como un leitmotiv en los estudiantes de artes plásticas, los caballetes, los lienzos, las pinturas, los pinceles, los bocetos y hasta el delantal manchado por doquier están ahí para dar el presente en el living del departamento de Anita.
 En el slack descubrió la música electrónica pero asegura que, dentro de la movida, “los gustos son de lo más variados”. Ella misma es el ejemplo de la variedad de gustos musicales dentro de la cinta, ya que hace un tiempo integro una banda de afro en la cual tocaba el djembe y con la que realizo una gira por la costa uruguaya y brasilera. Pero también el slack la trasformo mentalmente, haciéndola más tolerante para con los demás y ayudándola a conocer y controlar, cada día mas, su propio cuerpo

Actualmente, Anita, no trabaja eso le permite tener más tiempo libre y no estructura tanto su rutina. Un año y medio la separan de finalizar la carrera, y como cursa dos días a la semana la mayoría de las tardes las pasa detrás de odontología, sola o con la gente de Slackline La Plata, grupo con el cual dio sus primeros pasos sobre la cinta de la mano de su amiga Fernanda Vásquez.

-Si pasan tres días sin subirme a la cinta me siento rara. La verdad que me produce bienestar, por eso intento subirme todos los días.

Dentro del slack, el trickline es la disciplina donde los slackliners hacen saltos y figuras sobre la cuerda y es la categoría de competencia. Pero esto no le llama demasiado la atención a Anita, si no que ella disfruta más el estar arriba de la cuerda equilibrando el cuerpo y la mente así como una meditación. “Cuando voy sola al bosque intento siempre poner la mente en blanco y concentrarme” dice Anita, cosa que cuando esta con el grupo deja un poco de lado para entrar en el juego de “aprender y enseñar al mismo tiempo”.
Anita, junto con otras dos mujeres, son casi las únicas que van todos los días al bosque a saciar esa manija que produce no estar arriba de la cuerda. Esta reducida cantidad de mujeres en el grupo, ella lo ve como “una casualidad” dado que en capital hay muchas mujeres en los grupos de slackliners. “Hay mucha gente que va sola al bosque, o va en grupos reducidos”.

Arriba de la cinta no todo es color de rosa, ya que también hay malas experiencias y entre risas, Anita, trae al presente el recuerdo de un golpe doloroso que, hoy en día, le da “miedo”. Pero instantáneamente viene a su memoria “el mejor día de mi vida arriba de la cinta, el día que la cruce de principio a fin”.
Con un promedio de 30 horas semanales arriba del slack y con la idea constante de auto superación, Anita, deja un mensaje a todo aquel que nunca se subió a una cuerda.
-Si todavía no te animaste, subite y proba porque no lo dejas más.




Por Enrique Martínez D'auro

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