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sábado, 12 de octubre de 2013

El Coliseo Platense


Ciudad de La Plata, puerto cultural de Latinoamérica, ofrece un abanico de posibilidades para esparcirnos, disfrutar del espacio abierto y aprovechar de su variada geografía. Los espacios públicos fueron y serán siempre el contexto único de un rider, la pachamama de su práctica.
Esta “Roma criolla” posee un coliseo donde skaters, longboarders, bikers y rollers disfrutan de su arquitectura para desarrollar sus deportes: el Nuevo Teatro Argentino.
Conocido simplemente como “el Teatro”, se encuentra en la manzana formada entre las calles 9 y 10 y las avenidas 51 y 53. Es un complejo artístico reconstruido sobre las ruinas del anterior Teatro Argentino fundado el 19 de noviembre de 1890, resultando destruido en un incendio que se sospecha intencional en 1977. Fue reconstruido por el gobierno militar en 1980 y reinaugurado en 1984. La edificación actual contiene una de las salas líricas más destacadas de Argentina y consta de una superficie de 60.000 m² cubiertos polifuncionales, con salas independientes, áreas de ensayo, camarines y talleres de escenografía, vestuario, utilería, etc. Pero el enfoque no está dirigido al uso artístico que se da dentro del teatro; por el contrario es el “out door”, los espacios exteriores los que llevan a catalogarlo como el lugar por excelencia con que un deportista urbano, relacionado con la ciudad de alguna manera, se siente mayormente identificado.
Los murales grafiteados en las paredes de sus plazas subterráneas bajo el nivel 0 de la vereda peatonal, le quitan al edificio la personalidad propia de un teatro y la reconfiguran en un skatepark clásico. Las escaleras del corredor cubierto que atraviesa el Teatro desde 51 hasta 53, estilo “paseo inglés”, convoca a la mayoría de riders de skate y BMX, a diferencia de los longboarders quienes hacen mayor uso de las veredas donde pueden cubrir extensiones más amplias. Los rollers suelen ubicarse específicamente sobre la esquina de las calles 51 y 9, con sus semanales “La Plata Rollea”, a pesar de que también pueden verse rodeando al teatro a grandes velocidades.
Una de las ventajas y beneficios que hacen de este espacio un lugar diferente, a pesar de que no haya sido construido con este fin, es su suave embaldosado altamente propicio para el buen deslizamiento de las ruedas que utilizan rulemanes y la práctica de un variado freestyle.  
El teatro es uno de los puntos de encuentro que tienen los deportes urbanos platenses. Pero es, a su vez, un punto de encuentro con el resto de la sociedad que circula por el centro de la ciudad lo cual ha acarreado un debate constante que divide a los deportistas con los peatones. En los últimos años, con un gran incremento año tras año de aficionados a las actividades, la relación entre los disputantes por el espacio se ha tensado significativamente. La clara prueba de esta tensión se puede observar hoy en día en un cartel que prohíbe andar en skate escrachado con aerosol. La comisaría ubicada frente al teatro sobre la calle 53 proporciona al teatro de la fuerza necesaria para desalojar pacíficamente, cuando es necesario, grandes aglomeraciones de deportistas para evitar “disturbios” y “daños del espacio público”. El debate que involucra a estos dos actores sociales, ambos con los mismos derechos sobre el espacio público y su utilidad, es un tema que requiere de estudio y organización, sin mencionar un mínimo de tolerancia infaltable tanto de uno como de otro. La convivencia es algo que se construye entre todos.
Por su parte, el Teatro se eleva regalando a los deportistas el territorio y la geografía inigualable en el resto de la ciudad que necesitan para explotar al máximo sus capacidades. Su codiciada ubicación es la solución para aquellos que viven o desarrollan actividades cotidianas en la zona céntrica y se ven complicados a la hora de trasladarse a lugares más alejados donde practicar como Los Hornos, City Bell, el Estadio Único, entre otros. El teatro ha sido, es y continuará siendo, el coliseo platense por excelencia que los riders sienten como propio y que, dudo, cedan tan fácilmente ante algunos caprichos burocráticos. 

Por Jeremias Jimenez Torres (@JerryJimenezz)

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